lunes, 31 de diciembre de 2007

Él


Padre. Fuente del saber y de la vida. Amante ardiente y despiadado de un mundo que se pierde bajo sus ojos.
Con su llegada nace la vida, florece mi madre alegre por sentir su calor abrasador. Con su ocaso da lugar a la nocturnidad, a las liturgias expectantes por verlo llegar.
Entre brumas nos volvemos estrellas de un cielo que se sonroja al verse desnudo, otra vez, ante Él.

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