sábado, 30 de junio de 2007

El individuo es producto y transformador del saber de su tiempo. Ese saber es, a su vez, fruto y transformador del poder que le es contemporáneo.


El poder produce un saber determinado con el fin de ponerlo a su servicio. Así, toda voluntad de saber implica una voluntad de poder. Entendiendo al poder no sólo como violencia y prohibición, sino que, además de este aspecto negativo, el poder tiene un aspecto positivo: el poder crea y construye.
El poder construye a los individuos de cada tiempo fomentando un saber determinado que después modificará, a su vez, la concepción de poder.
Esto lo vemos en Edipo, quien se convierte en rey de Tebas por su saber; el supo responder a la Esfinge y ahora es a él a quien el pueblo recurre para que lo salve de la peste que lo aqueja: “Tú que recién llegado a la ciudad de Cadmo nos redimiste del tributo que pagábamos, a la Cantora Cruel, y esto sin haberte enterado nosotros de nada, ni haberte dado ninguna instrucción, sino que sólo con el auxilio divino – así se dice y se cree-, tú fuiste nuestro libertador.” (1)
Es su saber el que transforma el poder dominante de la Esfinge y así como Edipo gana su poder, por su saber, más tarde lo pierde también fruto de su saber. Como dice Foucault: “Edipo, hombre del olvido, hombre del no saber, un hombre del inconciente de Freud […] Edipo no es aquel que no sabía, sino por el contrario, aquel que sabía demasiado que unía su saber y su poder de una manera condenable y que la historia de Edipo debía ser expulsada definitivamente de la Historia”.(2)
Esta noción del saber como transformador del poder fue planteada a lo largo de la historia no sólo por Foucault, sino también por varios autores, entre ellos Platón. En su mito del Rey filósofo nos dice: “en tanto que los filósofos no reinen en las ciudades, o en tanto que los que ahora se llaman reyes y soberanos no sean verdadera y seriamente filósofos, en tanto que la autoridad política y la filosofía no coincidan en el mismo sujeto […] no habrán de cesar los males de las ciudades ni tampoco, a mi juicio, los del género humano”. (3)
Podríamos decir entonces: en tanto el saber no domine al poder que le es contemporáneo, no cesarán los males del género humano.
Actualmente nos encontramos en un momento histórico que está marcado por el predomino de un sistema político – económico que bajo el seudónimo de “globalización” oprime al mundo entero, pretendiendo ejercer su poder a la sombra de las guerras y del temor que reina en nuestros pueblos.
¿Cómo modificará el saber, o quienes ejercen el saber (filósofos, pensadores, intelectuales), la concepción de poder actual, terminando con el hambre, las guerras, y las nuevas formas de esclavitud, entre otros males que agobian hoy al género humano?.
Dejo planteado este interrogante, que quizá podamos responder en unos años, cuando seamos nosotros, fruto del saber de otro tiempo.


(1) L.E.A: Sófocles. Edipo Rey. Argentina. Primera edición. 2004.

(2) L.E.A: Foucault. La verdad y las formas jurídicas. S.d.

(3) L.E.A: Platón. La República. Libro V. S.d

viernes, 29 de junio de 2007

El ocio dignifica



"Una extraña locura domina a las clases obreras de las naciones donde reina la civilización capitalista. Esta locura arrastra a la continuación de las miserias individuales y sociales que, desde hace siglos, torturan a la triste humanidad. Esta locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda hacia el trabajo, llevada hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su progenie. En lugar de reaccionar contra esta aberración mental, los sacerdotes, los economistas, los moralistas, han sacro-santificado el trabajo..."
"En la sociedad capitalista, el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica..."
"Los griegos de la gran época, ellos también, no tenían más que desprecio por el trabajo: sólo a los esclavos les estaba permitido trabajar: el hombre libre no conocía más que los ejercicios corporales y los juegos de inteligencia..."
"Los filósofos de la Antigüedad enseñaban el desprecio al trabajo, esta degradación del hombre libre; los poetas cantaban a la pereza, este regalo de los Dioses..."


Paul Lafargue ( "El derecho a la pereza" 1880)


Gran visionario Paul, era el yerno de Marx. Interesante texto para tener a mano cuando internalizamos la verdad del amo y sentimos culpa por holgazanear.


miércoles, 27 de junio de 2007

No permitir, esa es la cuestión....


Yo no permito - Litto Nebbia


Yo sé que no puedo morir por ahora
Y la razón es que ando muy ocupado
Pero suceden cosas diariamente
Que intentan liquidar mis sentimientos
Yo no permito que me impidan seguir
Yo los invito a que me vean seguir
Y si lo intento es porque estoy convencido
Que para lograr algo hay que insistir


Me encontré ayer con un pibe de 15
Me preguntó qué cómo había hecho
Yo no quise aburrirlo con mi rollo
De que aún sigo intentando
Y pensé que era mejor decir:
Yo no permito que me impidan seguir
Yo los invito a que me vean seguir
Y si lo intento es porque estoy convencido
Que para lograr algo hay que insistir


Por eso si mañana compras el diario
Y lees de nuevo que todo anda mal
Y en el trabajo te dicen que no vuelvas
Busca una mano amiga
Madura tu paciencia
Alimenta tu fuerza
¿De qué sirve que te anules?
A lo mejor de esta salimos
Y ya no tendrás que decir:
Yo no permito que me impidan seguir
Yo los invito a que me vean seguir
Y si lo intento es porque estoy convencido
Que para lograr algo hay que insistir...

Embriaguez Dionisíaca


"El arte dionisíaco, en cambio, descansa en el juego con la embriaguez, con el éxtasis. Dos poderes sobre todo son los que al ingenuo hombre natural lo elevan hasta el olvido de sí que es propio de la embriaguez, el instinto primaveral y la bebida narcótica. Sus efectos están simbolizados en la figura de Dioniso. En ambos estados el principium individuationis queda roto, lo subjetivo desaparece totalmente ante la eruptiva violencia de lo general-humano, más aún, de lo universal-natural. Las fiestas de Dioniso no sólo establecen un pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza. De manera espontánea ofrece la tierra sus dones, pacíficamente se acercan los animales más salvajes: panteras y tigres arrastran el carro adornado con flores, de Dioniso. Todas las delimitaciones de casta que la necesidad y la arbitrariedad han establecido entre los seres humanos desaparecen: el esclavo es hombre libre, el noble y el de humilde cuna se unen para formar los mismos coros báquicos. En muchedumbres cada vez mayores va rodando de un lugar a otro el evangelio de la armonía de los mundos: cantando y bailando manifiéstase el ser humano como miembro de una comunidad superior, más ideal: ha desaprendido a andar y a hablar. Más aún: se siente mágicamente transformado, y en realidad se ha convertido en otra cosa. Al igual que los animales hablan y la tierra da leche y miel, también en él resuena algo sobrenatural. Se siente dios: todo lo que vivía sólo en su imaginación, ahora eso él lo percibe en sí. ¿Qué son ahora para él las imágenes y las estatuas? El ser humano no es ya un artista, se ha convertido en una obra de arte, camina tan extático y erguido como en sueños veía caminar a los dioses..."

Friedrich Nietzsche (verano de 1870)


Ya bien lo dice uno de nuestros profetas (uno de los que parece algo entendió), en la embriaguez entramos un estado superior de extásis y libertad...


Brindo por eso!!