martes, 30 de noviembre de 2010

"Por primera vez encuentro un Gobierno que tiene los cojones de disputarle a todas las corporaciones al mismo tiempo."


Lo dijo el Indio esta mañana en el programa de Pergolini, en el marco de la presentación de su nuevo disco (El perfume de la tempestad). Agregó también que le gusta ver "una presidenta que hable de la manera que lo hace en la ONU, sin leer discursos, que no dice disparates."
Es muy ilustrativo leer la histeria del medio pelo comentador de periódicos en la revista Rolling Stone (entran los comentaristas de La Nación), que salen a descalificar al mejor artista de rock del país por una opinión que él mismo se encargó de aclarar que la hace desde el lugar de "ciudadano" y "desde un lugar de ideales y no de ideología". ¿Qué esperaban muchachos, qué el Indio opine parecido a Mariano Grondona o Morales Solá? ¿A Mirtha Legrand? Lo que más les duele a los caceroleros on line es que Solari dice lo que dice desde la total independencia, lo que les saca el lugar para el eterno verso de dice eso porque le pagan. También da mucha gracia que para descalificarlo recurran a un tema que escribió Juanse, el imitador de Pomelo.

Personalmente, me reconforta que uno de los artistas que más admiro vea en este gobierno cosas similares a las que yo percibo. Parece que tan equivocado no debo estar, pero no porque yo posea la Verdad de mi lado del mostrador, sino más bien porque esta es una muestra más de que quiénes antes del 2003 reclamaban ciertas banderas básicas para vivir en un país con un mínimo de dignidad (soberanía, memoria, justicia), vieron que el kirchnerismo las ha recogido, en menor o mayor medida, y en una muestra de honestidad intelectual lo reconocen, aún cuando reconocerlo les traiga más problemas que ventajas. Tampoco se trata de una división de Absolutos en donde de un lado está el Bien y en otro el Mal, pero está claro en cuales de los lados hay más predomino de una cosa que de otra. No es casualidad que tantos artistas reconocidos se pronuncien a favor del gobierno y que los dispositivos comunicacionales más reaccionarios estén decididamente en contra de todo lo que se escriba con K.

En fin, fijate de que lado de la mecha te encontrás.

Más allá de estos comentarios políticos, Indio se explayó sobre varios temas, desestimó tajantemente un reencuentro redondo, confirmó los cinco shows del año que viene y dejó una puerta abierta para la edición de un DVD. Al que le interese escuchar la entrevista completa (se lo recomiendo a quiénes no la hayan escuchado), se la puede bajar de acá.


martes, 23 de noviembre de 2010

Bar "El cisne"


La idea nos resultaba fascinante, un bar temático s
obre nuestro animal preferido: el cisne. Éramos fanáticos, tanto de los cisnes como de los bares. Deducíamos entonces que de la combinación de esas dos pasiones solo podía generarse un emprendimiento exitoso.
Nuestra predilección por aquel animal tenía su origen en un curso de especialización que habíamos realizado con Gabriel un año después de recibirnos de veterinarios. Recuerdo el nombre exacto de ese curso: “Cisnes, la aristocracia de los lagos”. ¡Que extraordinario resultó el mundo que descubrimos durante los dos meses que duró la especialización! Supimos, entre otras cosas, que estas aves del agua eran unos fundamentalistas de la elegancia, cuando alguno de ellos sufre una herida que le impide moverse con la prestancia habitual prefieren suicidarse, ahogándose en el fondo del lago donde habiten. Son también muy cuidadosos de la estética de sus crías, pudiendo propinarles severos picotazos a los hijos que no deambulen por el agua tal como lo dicta una tradición casi que ancestral.
La cuestión era que ni yo ni Gabriel logramos jamás trabajar con cisnes. Hacía ya cinco años que ambos trabajábamos en veterinarias de barrio y estábamos francamente hartos y frustrados con la manera en que se desarrollaban nuestras experiencias profesionales. No es que hubiésemos perdido el amor por el resto de los animales, pero todos nos parecían en extremo ordinarios al compararlos con el sofisticado mundo de los cisnes.
Era una tarde de domingo, en la casa de Gabriel, cuando decidimos que lo mejor que podíamos hacer era adentrarnos en la creación del bar temático. Luego de tomar un par de cervezas, improvisamos una tormenta de ideas y concluimos en que en el bar no podría faltar ninguno de los siguientes elementos:

- Tazas, platos, menús y servilleteros con forma de cisne.

- Un señalador de cisne macho para el baño de hombres y otro de cisne hembra para el baño de mujeres.

- Cuadros con imágenes de cisnes.

- Cisnes de porcelana, luciendo como adornos, en cada una de las mesas.

- Una pileta pelopincho para exhibir allí algunos cisnes, de manera tal que el público se deleitara como si estuviera observándolos nadar en el lago o la laguna.

- Las camareras usarían unas viseras con forma de pico, sus remeras llevarían en el frente un dibujo de la cara de nuestro animal predilecto y de sus espaldas colgarían un par de alas blancas (pensamos en que podrían estar hechas con goma espuma).

Estos detalles serían solo para comenzar. Más adelante también podríamos organizar en el bar apasionantes charlas sobre la vida social de los cisnes, su psicología, su alimentación, su exquisita anatomía…las opciones eran infinitas. Nuestra excitación iba en aumento, nos proyectábamos al futuro y aquel bar nos parecía un lugar de ensueño, irresistible para cualquiera que tuviera un mínimo de buen gusto. Coincidimos en que nunca se nos había ocurrido una idea tan buena, solo había que ponerse a trabajar y concretar nuestro sueño.

sábado, 20 de noviembre de 2010

La izquierda, el sabotaje y los gatos de cinco patas


Max Manus fue un guerrillero noruego que durante la Segunda Guerra Mundial participó de la resistencia clandestina a la ocupación nazi. Sus operaciones lo convirtieron en el más grande saboteador de la historia, porque perfeccionó el arte de hundir barcos alemanes anclados a cientos de kilómetros del frente de batalla. Por eso saboteador, porque es un enemigo que ataca desde dentro. Disfrazado de mecánico naval o remando sobre una balsa de goma, en la oscuridad de la noche, instalaba explosivos y luego los detonaba a distancia. Una película noruega del año 2008, llamada precisamente Max Manus, y en inglés Man of war, relata la vida del héroe noruego y rescata una escena muy interesante en la que el protagonista se desmorona, cosa curiosa, durante los festejos por la derrota alemana. Y es un hecho curioso porque justamente Max, el más encumbrado artífice de ese gran logro nacional, se muestra ahí brotado de angustia, sin consuelo, presa de un llanto incontrolable, ahí mismo, en el preciso momento en que toda Noruega arde de alegría por el éxito definitivo. ¿Qué le pasa a Max? Está abatido porque se pregunta qué va a hacer de su vida ahora que la guerra terminó, ahora que ya no va a sabotear. Si no hago esto, ¿qué hago? Si no soy éste, ¿quién soy?

Lo que la escena muestra es a un militante que ha por fin alcanzado el objetivo de su militancia, su anhelo, su sueño, y una vez allí experimenta en el espíritu un desgarro. Un soñador que alcanza su sueño y se derrumba. Irónicamente, lo que en teoría iba a experimentarse como una ganancia, él lo experimenta como una pérdida, enorme pérdida, muy íntima, una pérdida a nivel de la identidad, a nivel del narcisismo. (Si en ese momento a Max le daban a elegir entre esa amarga victoria y cinco años más de ocupación nazi, bueno... creo que por lo menos lo meditaba un rato).

Muchas causas humanas tienen esa dificultad al final del camino: alcanzados los objetivos, la actividad que convoca ya no tiene razón de ser y debe, por fuerza, disolverse. Y los afectados a ella deben, por fuerza, renunciar al rol que hasta ahí interpretaban, renunciar a un fragmento de la identidad, la identidad de militante, que ya no tiene razón de ser. No siempre es un evento trágico, atención: los compañeros de armas de Max renunciaron contentísimos y se fueron a festejar; pero bueno, ya se observa en la escena que para él la cosa se complicó bastante. Y es comprensible, porque cada quién encara la renuncia narcisística con los recursos de los que dispone. Quizás él no contaba con esos recursos y se hundió en la afánisis, esa abolición subjetiva en la que el sujeto se pierde, se invisibiliza, depararece, pierde la relación con los significantes a los que estaba identificado, sucumbe a la angustia.

Quizás Max amaba la identidad que había forjado mucho más que la posibilidad de expulsar a los alemanes.

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domingo, 14 de noviembre de 2010

Ochenta mil sienes ardientes que son todo el tesoro


Resulta que en un tiempo de recitales ultra sponsoreados y publicitados intensamente en cuanto medio masivo de comunicación exista, hay un artista que para convocar a más de 80.000 voluntades le sobra con el peso de su obra y leyenda. Porque el Indio Solari ya es una leyenda viviente. Y la convocatoria alcanza a personas de todos los puntos del país, también a ricoteros de países vecinos, todos habiendo recorrido cientos de kilometros para gozar de una fiesta (nunca mejor utilizado este término que para un encuentro ricotero/solarista) que encontrará su clímax en las más de dos horas del show de Indio, pero que empieza mucho antes, en una larga previa que se inicia en el momento de subirse al auto o colectivo que los llevará a Tandil y sigue en los alrededores del hipódromo donde uno va caminando y cada dos metros escucha una canción distinta de los redondos que viene desde algún auto o combi. Los improvisados puestos de chori y hamburguesas, acompañados de toneladas de cerveza y fernet. Y claro, los cánticos ya casi religiosos, destacándose el hit: ...y por eso lo sigo donde sea /soy redondo hasta que me muera. Un fenómeno social y cultural que Indio resumió echando por tierra cualquier argumentación que se atreva a formular algún sociólogo: "Ochenta mil personas en Tandil, esto no tiene explicación."

La noche arrancó con un sorpresivo homenaje a Manal, con el Indio entonando Jugo de tomate, enganchándolo con uno de esos temas inéditos que los redondos nunca grabaron en estudio: Un tal brigitte bardot. Durante el show se fueron alternando temas de los dos discos solistas solaristas (sobre todo de Porco Rex) con varias joyas redondas como Noticias de ayer..., Me matan, Limón, Fuegos de Octubre, El arte del buen comer, Héroe del whisky (con dedicatoria a Enrique Symns incluida), Yo caníbal, Toxi taxi, Rock para el negro Atila, Divina Tv Fuhrer, Vamos las bandas, El infierno está encantador, Un ángel para tu soledad, Juguetes perdidos y el clásico final con Jijiji, pero esta vez el Indio ya no pidió el pogo más grande del mundo, sino el más grande del universo. También pudimos disfrutar de otro homenaje - en este caso a Pescado Rabioso con el tema Post-crucifixión - y de otro inédito que jamás imaginé escuchar en vivo: El regreso de Mao. Todos los temas redondos son cada vez mejor versionados por los Fundamentalistas del aire acondicionado, la banda que toca con el Indio desde su debut como solista en 2004.
Un escenario con pantalla gigante de fondo, otras dos a los costados, una excelente calidad de sonido y cuatro pantallas de alta definición ubicadas a la mitad del recorrido que iba desde la entrada hasta el escenario hicieron que el show no tuviera nada que envidiarle a mega producciones internacionales. Una irrevocable prueba de que la independencia puede ser un camino arduo y difícil, pero también posible.

Mucho se ha dicho (y escrito), a veces en términos peyorativos, acerca de la llamada futbolización del rock. No sé, está claro que, como en el fútbol, tiene que haber mucho de sentimiento para que el fenómeno ricotero haya sido y sea posible. Yo a eso no le veo ni un matiz negativo, a mi dejame con esta multitud de hinchadas que forman una sola para alentar un equipo que siempre gana, gusta, golea y, sobre todo, emociona.
En los últimos acordes de Jijiji un Indio ya sin sus clásicas gafas, cantando a cara descubierta, dijo: "Les debo mi vida para siempre". Mientras, el pueblo ricotero rugía y hacía temblar Tandil, intentando eternizar un instante perfecto, un sentimiento que explota en el pecho, como si fuera angustia pero al revés. Exactamente al revés.

Cuando nos íbamos, con el cuerpo exhausto pero el alma plena, nos enteramos del nombre de la nueva creación (que ya desde el título promete ser un discazo): El perfume de la tempestad. Con el Indio, lo mejor está siempre por venir.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Héroe del sueño

Soñó un mundo
de leyes rotas
de límites utópicos.

Escribió los paisajes
los pintó de alegría
con la fuerza de su espada
que pintaba
que escribía.

Recibió admiración
variada pero condensada
en Ella como símbolo
de su mundo creado,
ideado en la vigilia
construido con ladrillos
de un material imposible.

Enfrentó a sus pesadillas
devenidas en monstruos
se rió de ellos
entonces escaparon
avergonzados,
como desnudos.

Despertó por el sol
retomó su camino
recuperado,
esperanzado.