martes, 23 de noviembre de 2010

Bar "El cisne"


La idea nos resultaba fascinante, un bar temático s
obre nuestro animal preferido: el cisne. Éramos fanáticos, tanto de los cisnes como de los bares. Deducíamos entonces que de la combinación de esas dos pasiones solo podía generarse un emprendimiento exitoso.
Nuestra predilección por aquel animal tenía su origen en un curso de especialización que habíamos realizado con Gabriel un año después de recibirnos de veterinarios. Recuerdo el nombre exacto de ese curso: “Cisnes, la aristocracia de los lagos”. ¡Que extraordinario resultó el mundo que descubrimos durante los dos meses que duró la especialización! Supimos, entre otras cosas, que estas aves del agua eran unos fundamentalistas de la elegancia, cuando alguno de ellos sufre una herida que le impide moverse con la prestancia habitual prefieren suicidarse, ahogándose en el fondo del lago donde habiten. Son también muy cuidadosos de la estética de sus crías, pudiendo propinarles severos picotazos a los hijos que no deambulen por el agua tal como lo dicta una tradición casi que ancestral.
La cuestión era que ni yo ni Gabriel logramos jamás trabajar con cisnes. Hacía ya cinco años que ambos trabajábamos en veterinarias de barrio y estábamos francamente hartos y frustrados con la manera en que se desarrollaban nuestras experiencias profesionales. No es que hubiésemos perdido el amor por el resto de los animales, pero todos nos parecían en extremo ordinarios al compararlos con el sofisticado mundo de los cisnes.
Era una tarde de domingo, en la casa de Gabriel, cuando decidimos que lo mejor que podíamos hacer era adentrarnos en la creación del bar temático. Luego de tomar un par de cervezas, improvisamos una tormenta de ideas y concluimos en que en el bar no podría faltar ninguno de los siguientes elementos:

- Tazas, platos, menús y servilleteros con forma de cisne.

- Un señalador de cisne macho para el baño de hombres y otro de cisne hembra para el baño de mujeres.

- Cuadros con imágenes de cisnes.

- Cisnes de porcelana, luciendo como adornos, en cada una de las mesas.

- Una pileta pelopincho para exhibir allí algunos cisnes, de manera tal que el público se deleitara como si estuviera observándolos nadar en el lago o la laguna.

- Las camareras usarían unas viseras con forma de pico, sus remeras llevarían en el frente un dibujo de la cara de nuestro animal predilecto y de sus espaldas colgarían un par de alas blancas (pensamos en que podrían estar hechas con goma espuma).

Estos detalles serían solo para comenzar. Más adelante también podríamos organizar en el bar apasionantes charlas sobre la vida social de los cisnes, su psicología, su alimentación, su exquisita anatomía…las opciones eran infinitas. Nuestra excitación iba en aumento, nos proyectábamos al futuro y aquel bar nos parecía un lugar de ensueño, irresistible para cualquiera que tuviera un mínimo de buen gusto. Coincidimos en que nunca se nos había ocurrido una idea tan buena, solo había que ponerse a trabajar y concretar nuestro sueño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Subversivamente encantador. Y no olviden ambientar con música de Tchaicovsky.

espifanía dijo...

Gracias.Buen detalle el musical, no lo habímos tenido en cuenta...