lunes, 9 de julio de 2007

La respuesta está soplando en el viento

¿Cuántos caminos tiene que andar un hombre antes de que le llaméis hombre?¿Cuántos mares tiene que surcar la paloma blanca antes de poder descansar en la arena? Sí, ¿y cuánto tiempo tienen que volar las balas de cañón antes de que sean prohibidas para siempre? La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento,la respuesta está soplando en el viento.
Sí, ¿y cuánto tiempo tiene un hombre que mirar hacia arriba antes de que pueda ver el cielo? Sí, ¿y cuántos oídos tiene que tener un hombre para que pueda oír a la gente gritar? Sí, ¿y cuántas muertes se aceptarán, hasta que se sepa que ya ha muerto demasiada gente? La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento,la respuesta está soplando en el viento.
Sí, ¿y cuántos años puede existir una montaña antes de ser bañada por el mar? Sí, ¿y cuántos años deben vivir algunos antes de que se les conceda ser libres? Sí, ¿y cuantas veces puede un hombre volver la cabeza fingiendo no ver lo que ve? La respuesta, amigo mío, está soplando en el viento,la respuesta está soplando en el viento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tener el coraje de ir "más allá", es el acto de relajarse y permitir que tu vida entra en un fluir libre y espontáneo. Esto conlleva menos estructuración, más confianza y fe y tomar la vida tal y como te la encuentras, en vez de intentar encuadrarla en un patrón preconcebido y enfadarse cuando las cosas no resultan como esperabas.
El ego es por naturaleza resistente a dejarse fluir. Quiere aferrarse a su sentimiento de poder y dominar tu vida y las vidas de los demás. Necesita del control porque se siente inseguro. Así que puede darte miedo dejarte fluir, pero bajo mi punto de vista es más atemorizante permanecer donde estar.

En el mundo del ego y del intelecto, no tienes que desarrollar una confianza ciega. Puedes confiar en tus experiencias pasadas y reflexionar las cosas y normalmente eso funciona para ti la mayor parte del tiempo. Pero como ser espiritual, confiar es vital. En el dinámico y asombroso mundo del Yo Infinito, vuelas a ciegas. No tiene límites, así que te llevará a terrenos que no te son familiares y eso precisamente es lo que hace el proceso tan fascinante.

El viaje del ego al espíritu conlleva resolver las paradojas dela existencia humana:

Tenemos que aceptar la infinidad estando dentro de un cuerpo mortal.
Tenemos que creer en un Dios que no podemos ver.
Tenemos que aprender a amar en una dimensión donde hay tanto odio.
Tenemos que ver abundancia cuando la gente habla constantemente de carencia.
Tenemos que descubrir la libertad donde el control es la religión estatal.
Tenemos que desarrollar nuestra autovalía mientras la gente nos critica y empequeñece.
Tenemos que ver belleza donde hay fealdad
Tenemos que abrazar la amabilidad y las actitudes positivas cuando estamos rodeados de incertidumbre.
Tenemos que sentirnos a salvo a pesar de nuestras preocupaciones.
El punto crucial es la confianza. Tienes que tener la valentía de tomar una idea, creerla, aceptarla y, antes de que tengas alguna prueba real de que la energía está allí para tí, o de que la idea funcionará.
Comprométete contigo mismo, en un tranquilo momento de oración o contemplación, que tu tienes el coraje de ser diferente. Cambiarás y lucharás contra la falta de energía del ego abrazando un puñado de ideas nuevas. Puede que la gente de tu alrededor te critique por querer cambiar, ¿y qué? En una situación de estancamiento cualquier cosa es mejor que seguir donde se está.
En conclusión, al coraje de ir más allá, yo añadiría el coraje de ser vulnerable. Conforme cambies y crezcas el ego se sentirá asediado y amenazado. Si tienes poca o ninguna resistencia, estarás bien; si te resistes y luchas, dolerá un montón. Así que sé valiente. Permítete ser vulnerable. Deja a un lado la insistente psicología del macho que sufre la mayoría de la gente. En vez de eso penetra en la intensa belleza espiritual de moverte y fluir sin saber necesariamente qué camino tomar o cómo llegarás allí.

Cree, Cree, Cree.