lunes, 8 de octubre de 2007

Consternados, rabiosos

“Así estamos. Consternados, rabiosos.
Aunque esta muerte sea uno de los absurdos previsibles.
Da vergüenza mirar los cuadros, los sillones, las alfombras.
Sacar una botella del refrigerador.
Teclear las tres letras mundiales de tu nombre en la rígida máquina que nunca, nunca, estuvo en la cinta tan pálida.
Vergüenza tener frío y arrimarse a la estufa como siempre.
Tener hambre y comer, esa cosa tan simple.
Abrir el tocadiscos y escuchar en silencio sobre todo si es un cuarteto de Mozart.
Da vergüenza el confort y el asma de la vergüenza.
Cuando tú, comandante, estás cayendo, ametrallado, fabuloso, nítido, eres nuestra conciencia acribillada.
Dicen que te quemaron.
Con qué fuego van a quemar las buenas, buenas nuevas.
La irascible ternura que trajiste y llevaste con tu tos, con tu barro.
Dicen que incineraron toda tu vocación, menos un dedo.
Basta para mostrarnos el camino, para acusar al monstruo y tus tizones, para apretar de nuevo los gatillos.
Así estamos, consternados, rabiosos.
Claro que, con el tiempo, la plomiza consternación se nos irá pasando.
La rabia quedará, se hará más limpia.
Estás muerto, estás vivo, estás cayendo, estás nube, estás lluvia, estás estrella.
Donde estés si es que estás, si estás llegando, aprovecha por fin a respirar tranquilo, a llenarte de cielo los pulmones.
Donde estés, si es que estás, si estás llegando, será una pena que no exista Dios, pero habrá otros, claro que habrá otros, dignos de recibirte, Comandante.”

Mario Benedetti, Octubre de 1967

Audio (recomiendo esucharlo)
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Este poema es a nuestro juicio lo más hermoso que se escribió alguna vez sobre el Che.
Comandante, a 40 años de tu partida seguimos consternados y rabiosos. Gracias por tu eterno legado de utopías y revolución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leí por ahí una analogía hermosa sobre su vida; que lo describía como Ícaro, aquel ser de la mitología griega que con sus alas de cera murió volando al sol.