lunes, 30 de agosto de 2010

Un análisis del poder

Por José Pablo Feinmann


El discurso que la presidenta CFK ofreció el 24 de agosto fue más allá de lo que han ido todos los discursos de los presidentes argentinos hasta la fecha. Nadie –ni siquiera el primer Perón o Evita– procedieron a una destotalización de la estructura del poder en la Argentina. Analíticamente, destotalizó, en primer término, la totalidad y luego la armó otra vez para exhibir su funcionamiento. ¿De qué estaba hablando la Presidenta? Del poder en las sombras, del poder detrás del trono, del verdadero poder. ¿Cuál es? Es el poder mediático. La filosofía occidental de los últimos 45 años se ha equivocado gravemente. Para salir de Marx y entrar en Heidegger (como crítico exquisito de la modernidad pero desde otro lado al de Marx) se vio obligada a eliminar al sujeto, tal como Heidegger lo había hecho con innegable brillo desde su texto La época de la imagen del mundo. También Michel Foucault dio por muerto al hombre. Barthes, al autor. Al estilo. Deleuze, desde Nietzsche, a la negatividad, o sea: al conflicto en la historia. Y la academia norteamericana sistematizó todo esto incorporando con fervor a los héroes de la French Theory. El fracaso es terrible y hasta patético. En tanto los posmodernos postulan la muerte de la totalidad, el Departamento de Estado postula la globalización. En tanto proponen la muerte del sujeto, el Imperio monta brillantemente al más poderoso sujeto de la filosofía y de la historia humana: el sujeto comunicacional. Y ésta –hace años que sostengo esta tesis que en Europa causa inesperado asombro cuando la desarrollo– es la revolución de nuestro tiempo. El sujeto comunicacional es un sujeto centrado y no descentrado, logocéntrico, fonocéntrico, ajeno a toda posible diseminación, informático, bélico, enmascarador, sometedor de conciencias, sujetador de sujetos, creador de realidades virtuales, creador de versiones interesadas de la realidad, de la agenda que determina lo que se habla en los países, capaz de voltear gobiernos, de encubrir guerras, de crear la realidad, esa realidad que ese sujeto quiere que sea, quiere que todos crean que es, que se sometan a ella, y, sometiéndose, se sometan a él, porque lo que crea el sujeto absoluto comunicacional es la verdad, una verdad en la que todos acabarán creyendo y que no es la verdad, sino la verdad que el poder absoluto comunicacional quiere que todos acepten. En suma, su verdad. Imponer su verdad como verdad para todos es el triunfo del sujeto comunicacional. Para eso debe formar los grupos, los monopolios. Debe apoderarse del mercado de la información para que sólo su voz sea la que se escuche. Para que sean sólo sus fieles periodistas los que hablen. Una vez que esto se logra el triunfo es seguro. El arma más poderosa de la supraposmodernidad del siglo XXI radica en el mayor posible dominio de los medios de información. Que ya no informan. Que transmiten a la población los intereses de las empresas que forman el monopolio. Intereses en los que todas coinciden. Asombrosamente ningún filósofo importante ha advertido esta revolución. Foucault se pasó la vida analizando el poder. Pero no el comunicacional. ¡Por supuesto! ¿Si había negado al sujeto cómo iba a analizar los esfuerzos del poder por constituirlo de acuerdo a sus intereses? Nadie vio –además, y se me antoja imperdonable– al nuevo y monstruoso sujeto que se había consolidado. Superior al sujeto absoluto de Hegel. Algo atisbó Cornelius Castoriadis. Pero poco. Relacionó las campañas electorales con las empresas que las financian. Pero –insisto–, aquí lo esencial es que el tema del sujeto ha vuelto a primer plano. Colonicemos al sujeto, hagámosle creer lo que nosotros creemos, y el poder será nuestro. El poder empieza por la conquista de la subjetividad. Empieza por la construcción de algo a lo que daré el nombre del sujeto-Otro.
Formulemos –como punto de partida de esta temática esencial– la obligada pregunta: ¿qué es el sujeto-Otro? Es lo Otro del sujeto. Escribo Otro con esa enorme O mayúscula para marcar la ajenidad que el Poder consigue instaurar entre el sujeto y lo Otro de sí. Heidegger transitó bien está temática. Lo que yo llamo sujeto-Otro es ese sujeto que –según Heidegger– ha caído “bajo el señorío de los otros” (Ser y Tiempo, parágrafo 27). He aquí un señalamiento brillante y preciso: el señorío de los otros. Heidegger amplía el concepto: quien cae bajo ese señorío (el de los Otros) “no es él mismo, los otros le han arrebatado el ser”. “El Poder, al someter mi subjetividad, elimina mis proyectos, mi futuro más propio, lo que hubiera querido hacer con mi vida. Mis posibilidades (...) son las del Otro, son las del Poder, las que me vienen de afuera. Ya no soy yo quien decide, soy decidido” (JPF, La historia desbocada, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2009, p. 128). Heidegger, sin embargo, se remite a la esfera ontológica: lo que se pierde es el ser. No creo que debamos poner el acento ahí: lo que se pierde es la subjetividad, la conciencia, la autonomía de pensar por nosotros mismos, pues pensamos lo que nos hacen pensar, decimos lo que nos hacen decir y nos convertimos en patéticos, bobos, manipulados defensores de causas ajenas. CFK manejó la temática con precisión y con una audacia que –yo, al menos, y ya tengo mis años viviendo siempre en este país– no le vi a ningún presidente. Cuando retoma la frase de tapa de Clarín y la da vuelta es donde revela qué es el Poder. Clarín titula: “El Gobierno avanza en Papel Prensa para controlar la palabra impresa”. Detrás de esta frase está toda la campaña “erosionante” (por utilizar un concepto del revolucionario popular agrario Buzzi, fiel a sus bases hasta la muerte, hasta matar a la FA sometiéndola a los intereses de la Sociedad Rural, manejada hoy por el “Tano” Biolcati, descendiente de la “chusma ultramarina” que Cané desdeñaba, y no por Martínez de Hoz o por el elegante señor Miguens) de la oposición. Es decir, el Gobierno es autoritario, enfermo de poder y siempre empeñado en silenciar a todos. CFK le da la razón a Clarín: “Clarín piensa que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. Quiero en esto coincidir con Clarín. Claro, quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa. ¿Por qué? Porque Papel Prensa Sociedad Anónima es la única empresa que produce en el país pasta celulosa para fabricar papel de diario, fabrica el papel de diario, lo distribuye y lo comercializa en lo que se conoce en términos económicos y jurídicos como una empresa monopólica integrada verticalmente. ¿Por qué? Porque va desde la materia prima hasta el insumo básico, pero no solamente produce ese insumo básico sino que además determina a quién le vende, cuánto le vende y a qué precio le vende. Por eso coincido con Clarín en que quien controla Papel Prensa controla la palabra impresa en la República Argentina”.
El Poder –en cada país– tiene que formar monopolios para tener unidad de acción. No se tiene todo el poder si se tiene sólo Papel Prensa, que implica, es verdad, el control de la palabra impresa. Pero hay que tener otros controles. Sobre todo –hoy, en el siglo XXI, en esta supraposmodernidad manejada por la imagen– el poder de la imagen. Y el de la voz radial, siempre penetrante, omnipresente a lo largo de todo el día. Se trata de la metralla mediática. No debe cesar. ¿Por qué este Gobierno se complica en esta lucha con gigantes sagrados, intocables? O lo hace o perece en cualquier momento. Desde la campaña del señor Blumberg se advirtió que los medios podían armar una manifestación popular en pocas horas. Toda la gilastrada de Buenos Aires salió con su velita detrás del ingeniero que no era e impulsada por Hadad y la ideología-tacho que –en ese entonces– era una creación de Radio 10. La ideología-tacho es un invento puramente argentino. Como el colectivo, el dulce de leche y Maradona. Uno toma un taxi en cualquier parte del mundo y el taxista no lo agrede con sus opiniones políticas. Lo deja viajar tranquilo. Sigamos: la segunda, terrible señal de alarma fue durante las jornadas “destituyentes” y “erosionantes” del “campo”. Sin el apoyo inmoderado de “los medios” habría sido un problema menor. Pero la furia mediática llegó a sus puntos más estridentes. La “oposición” no es esa galería patética de ambiciosos, torpes e impresentables políticos que pelean mejor entre ellos que con sus adversarios. Son los medios. La derecha no tiene pensadores, tiene periodistas audaces, agresivos. Y la mentira o la deformación lisa y llana de toda noticia es su metodología.
El análisis de CFK fue excesivamente rico para una sola nota. Hasta aquí tenemos: Videla convocó a La Nación, Clarín y La Razón y les entregó Papel Prensa. Al ser el Estado desaparecedor socio de la sociedad que se formó, esos diarios no sólo apoyaron o colaboraron con un régimen abominable, fueron sus socios. ¿Para qué? CFK lo dice así: “Durante esos años se escuchaba mucho el tema defender nuestro estilo de vida. Nunca pude entender exactamente a qué se referían cuando se hablaba de defender nuestro estilo de vida. Yo no creo que la desaparición, la tortura, la censura, la falta de libertad, la supresión de la división de los poderes puedan haber formado en algún momento parte del estilo de vida de los argentinos”. Sí, en el momento en que se constituye Papel Prensa y Videla les pide a los grandes diarios que –ahora sí: a muerte– defiendan la lucha en que están empeñados, el estilo de vida argentino, para ser defendido, requería los horrores de la ESMA. Hay un libro de Miguel Angel Cárcano: El estilo de vida argentino. En sus páginas se traza una imagen idílica, campestre, cotidiana y señorial del general Roca. Ese es –para Cárcano– un héroe de nuestro estilo de vida. El de ellos, el de la oligarquía que hizo este país a sangre fuego y a sangre y fuego lo defendió siempre que se sintió atacada. Los herederos de Cárcano y Roca todavía lo defienden. Si se les deja el poder de “formar la opinión pública” como siempre lo hicieron volveremos al país que desean: el del neoliberalismo, el de los gloriosos noventa. Conservarán el poder. Al que CFK dibujó así: “Si hay un poder en la República Argentina, es un poder que está por sobre quien ejerce la Primera Magistratura, en este caso la Presidenta, también por sobre el Poder Legislativo y, mal que pese, también por sobre el Poder Judicial (...) es invisible a los ojos”. Es el poder que tan impecablemente definió un otrora misterioso personaje: “¿Presidente? Ese es un puesto menor”.


Fuente de la nota: Página 12

miércoles, 25 de agosto de 2010

Corriendo el velo



"Somos el viejísimo miedo agazapado en todos los rincones del Imperio y estamos encantados ¡encantados!"
Indio Solari

martes, 24 de agosto de 2010

Vecinos, usuarios, consumidores



Cuando escucho, repetidas veces, términos como usuario o vecino pienso que ya estamos cerca del peldaño del lenguaje donde sueña y planea ubicarnos el establishment: el de consumidor.
Escucho "vecino" de la boca de Macri y se me viene a la cabeza una imagen precisa: un tipo que piensa, sobre todas las cosas, en sí mismo, que jamás hará nada por otro que no sea un familiar/amigo, que siempre será el primero en quejarse de "los políticos" como un todo homogéneo, que entrará en un estado supremo de histeria cada vez que "los piqueteros que no laburan" corten alguna calle produciendo el temido "caos vehicular", que más de una vez exigirá que los "maten a todos" porque "así no se puede seguir", un tipo que llama a las radios para dejar mensajes alterados, que comenta con mayúsculas en los diarios, sobre todo en Perfil. Pero pienso, si en definitiva ese es el target de Macri, ¿cómo no va a querer universalizar ese sujeto a través del término "vecino"?
Hoy, la palabra que resuena es "usuario". Un político que supo ser parte de una generación que luchó y pensó por un mundo infinitamente mejor al que nos toca, dice que es usuario de un servidor de internet y "que se vuelve loco si se lo sacan". Parece una joda, un personaje de Capusotto. Pero no. Es real, increíblemente real. La izquierda cool al servicio del capital concentrado, jugando a identificarse con el "usuario" para sacar un par de votos más en la ciudad de la furia conservadora. Luego, la oposición se reúne de urgencia para salvaguardar los intereses de uno de los grupos económicos más poderosos del país, no hay mucho más que agregar, sus actos (y no sus palabras vacías) son los que demuestran las verdaderas prioridades en su agenda.
¿Que mejor para el poder que el país sea una especie de gran empresa? Un país, en donde en lugar de presidente elijamos a una gran gerente general, un CEO todopoderoso que cumpla eficientemente con los reclamos de los consumidores que lo eligieron con su voto para olvidarse de toda cuestión cívica hasta la próxima elección dentro de cuatro años, que genere las condiciones básicas para que el consumidor se entregue sin reservas al mundo encantado de las mercancías. Un individuo extraviado en el consumo, enajenado, masificado, es la condición de posibilidad más importante para el éxito del poder real, el económico, que tiene un sólo y gran objetivo: TODO. Ellos son los que siempre fueron, van e irán por todo.

martes, 3 de agosto de 2010

Por mi gran culpa


- La muy maldita volvió a aparecer. Pero seguramente no la estés viendo, ¿no Manuel?
- No Joaquín. Veo los mismos vitro de siempre: Calasanz enseñándole a leer a un niño, Calasanz intentando acuchillar al demonio...
- Que suerte tienes Manuel, de cuanta angustia te salvas, los señalamientos que te ahorras...veo a la difunta hermana Marta al menos un día por medio, siempre sentada en esa silla, hablándole a uno desde arriba, engreída y pedante. 
- Se supone que como hombres de fe no deberíamos referirnos de esa manera a la aparición de un alma que aún ronda por aquí. 
- Para ti es muy fácil decirlo por que, en lugar de sufrir el atosigamiento se su mirada, disfrutas observando los vitro de nuestro santo patrono. Mientras, yo soy atravesado por la actitud inquisidora de sor Marta. Lo peor de todo es que ni siquiera soy capaz de agachar la vista, de distraerme y mirar para otro lado. Su presencia me atormenta el corazón  y sin embargo me es imposible evitarla. 
- Se me ocurre que quizás la mirada de ella no sea más que la tuya sobre ti mismo...
- ¡Pero Manuel! ¿Desde cuando sales con disparatadas teorías psicoanalíticas? Lo que faltaba, que hagas apología de aquellos charlatanes que no dejan de robarnos fieles. 
- No era esa mi intención Joaquín. No me malinterpretes. Lo que me parece extraño es que solo tú puedas observarla. 
- ¿Crees que miento? ¿Piensas que enloquecí?
- En absoluto pienso eso. Solo digo que me parece raro. ¿Has pensado algún motivo por el que la hermana Marta se te apareciera solo a ti?
- Me incomoda demasiado hablar del tema, hasta me cuesta confesárselo al Señor...
- Tranquilo, Joaquín. Nos conocemos hace más de veinte años, hicimos el seminario juntos. Puedes hablar con confianza. 
- Ella me observó cierta vez haciendo algo que no debía. Entonces lanzó esa mirada que me sigue lanzando ahora, después de muerta, en este mismo instante. Esa mirada que hace estallar en pedazos a mi conciencia.
- Pero, ¿que cosa tan grave pudo haber sido aquello? ¿De qué suceso tan aberrante pudo haber sido testigo como para atormentarte de esta manera?
- Algo que no debía. Algo que no debíamos. ¿Recuerdas a la hermana Soledad?
- Creo que si. ¿La hermana que trasladaron a Córdoba hace algunos años?
- Si, ella misma. Bueno, la cuestión es que sor Marta nos sorprendió a ambos en una situación comprometidamente pecaminosa.
- Puedes decírmelo Joaquín. Recuerda que Dios perdona todo aquello de lo que estemos sinceramente arrepentidos.
- ¡Ese es el punto Manuel! Creo que no me arrepiento, de hecho estimo que volvería a hacerlo. Sin embargo, me  siento desolado y desbordado por la culpa.
- Contarlo te quitará un peso de encima, te sentirás más liviano, creeme. Vamos, dime, ¿que pasó con la hermana Soledad?
- Ocurrió hace diez años, una tarde de domingo. Yo había terminado de dar la misa de jóvenes y estaba ordenando la sacristía para luego ir a descansar a mi habitación. En medio de eso fui interrumpido por la hermana Soledad, me dijo que quería hablar conmigo, que tenía algo muy importante y delicado para decirme. Tomé entonces el recaudo de cerrar la puerta para que nadie escuchara. Me aclaró que si estaba ahí era porque se encontraba por completo convencida de lo que iba a decirme. Me miró fijamente a los ojos y me dijo  lo que yo quería escuchar por un lado pero temía por otro, eso que recuerdo como si me lo hubiese dicho hace tan solo un instante . Dijo, de manera simple y sencilla: "me parece que estoy enamorada de usted." A lo que respondí, de forma más sencilla todavía: "a mi me ocurre algo similar con usted." No necesitamos decirnos más nada, no me pude contener y la besé. Un largo beso Manuel, apasionado y fogoso. El primer beso de ambos después de largos años de la abstinencia producida por el celibato. Te dije que había cerrado la puerta, pero aquella tarde lo que olvidé cerrar fueron las ventanas, lo que trajo aparejado una terrible consecuencia. Cuando terminé de besarla y apoyé mi cabeza en su hombro pude ver, del otro lado de la ventana, el rostro, colmado de sorpresa, furia y enojo, de la hermana Marta. 
- No puedo creer lo que me cuentas Joaquín. ¿Que pasó después de eso? ¿Continuó el romance? ¿Por qué no dejaron los hábitos?
- Aquel fue nuestro primer y último beso. No soporté entonces esa mirada, ni tampoco puedo soportarla ahora. Pensándolo bien, puede que tengas razón, que la mirada no provenga de la hermana Marta. Pero tampoco creo que se trate de mi propia mirada. 
- ¿Y quién te observa así entonces? ¿Quién es capaz de generarte tanta angustia?
- Dios, quién más.


La imagen/musa pertenece al libro “Los misterios del señor Burdick” de Chris van Allsburg.