Les transcribo la parte más jugosa. Lo enganché el otro día en el programa de Mauro Viale...
Bergoglio: La gente está cansada de tanta crispación. Debemos dejar atrás los desencuentros para impulsar la paz social que tanto necesitamos.
Marx: Claro, usted está hablando de la paz social que traería el socialismo, ¿verdad?. El final de las desigualdades y la opresión del hombre por el hombre. Si a eso se refiere, yo estoy de acuerdo.
Bergoglio: En realidad, lo que creo es que llego la hora del diálogo y de generar los consensos necesarios.
Marx: Ah, entonces usted se refiere a una revolución sin armas ni violencia. Instaurar el socialismo por la vía de la democracia burguesa, al estilo de Salvador Allende en Chile.
Bergoglio: No exactamente Karl. Mis demandas son un poco menos radicales, a ver si me puedo expresar un poco mejor...
Marx: Ya se, ya se. Para usted no es la hora del socialismo todavía. Pero exige diálogos y consensos mínimos para que se puedan tomar algunas medidas, aún en el marco del capitalismo, que favorezcan a los que menos tienen. Que los dueños de los medios de producción sigan siendo los mismos, pero que reasignen al menos una parte de su plusvalor para que la distribución de la riqueza sea un poco más equitativa. Debo decirle que esta postura me parece un poco tibia, aunque sin dudas tiene buenas intenciones.
Bergoglio: Tampoco me refería exactamente a eso. Ese sería un enfoque un poco pasado de moda, un tanto setentista, un enfoque que en nuestra iglesia ya quedó en el pasado junto con gente que ya no está entre nosotros, como por ejemplo el padre Mugica. Justamente ese es el pasado que tenemos que dejar atrás, el mismo que nos provoca tantos desencuentros, que nos crispa...
Marx: Perdón que lo interrumpa, pero...¿ a que se refiere exactamente con crispación?
Bergoglio: No se el significado exacto de la palabra. Supongo que tiene que ver con la falta de tranquilidad, de mansedumbre...
Marx: Espere un momento. ¿Usted no estará pidiendo un pueblo manso? En eso si que no puedo estar de acuerdo...
Bergoglio: Es que para que haya paz social es necesario que haya un poco de mansedumbre. Si ante cada injusticia va a haber alguien que se rebele, sonamos. Vamos a vivir siempre crispados, adiós a la tan deseada paz social.
Marx: Pero si nadie se rebela ante la injusticia nunca va a cambiar el orden de las cosas, el cual por tratarse de un orden capitalista es naturalmente injusto y desigual.
Bergoglio: Mire, la intención de nuestra iglesia no es cambiar nada. Sólo queremos diálogo y paz social.
Marx: Entonces a ustedes no les debe interesar mi idea de hacer la ignominia más ignominiosa, haciendo que la clase dominada tenga real conciencia del grado de explotación que sufre por parte de la clase dominante.
Bergoglio: Me temo que no nos interesa. Eso solo traería una infinita crispación.
Marx: Ahora creo entenderlo bien. Usted y su iglesia lo que quieren es una sociedad sin conflicto, pero no por eso pretenden una sociedad sin desigualdades que sería lo que mi sentido común socialista me dice que sería el medio para la ausencia del conflicto. No, usted quiere capitalismo sin conflicto, para lo cual deben acallarse las voces y acciones de quienes reclamen por las injusticias del pasado y del presente. Injusticias producidas por un sistema que es en esencia desigual. El consenso al que se refiere tiene que ver con consensuar entre todos la mansa aceptación del status quo que proponen los factores de poder. Que cada uno acepte el lugar que le toca, sin reclamos ni cuestionamientos. Desaparecería así eso que usted llama crispación.
Bergoglio: Eso es exactamente a lo que me refería. Sólo un filósofo de su talla podría haberlo expuesto tan claramente. Que el señor lo bendiga.
Marx: Gracias por el halago. Aunque no puedo aceptarle la bendición, ya que , por lo visto, voy a seguir siendo ateo.
viernes, 2 de abril de 2010
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1 comentario:
jajaj! excelente. Gracias!
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