martes, 1 de julio de 2008

Sobre la tibieza

Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, me dan asco. Me repugnan porque no tienen olor ni sabor. Frente al avance permanente e inexorable del día maravilloso de los pueblos también los hombres se dividen en los tres campos eternos del odio, de la indiferencia y del amor. Hay fanáticos del pueblo. Hay enemigos del pueblo. Y hay indiferentes. Estos pertenecen a la clase de hombre que Dante señaló ya en las puertas del infierno. Nunca se juegan por nada. Son como "los ángeles que no fueron ni fieles ni rebeldes".
Evita


Sólo les importan sus dos nalgas (racionalmente tasadas en mediocrilandia). Esclavos que sueñan a ser amos de su paródica realidad. Rezan arrodillados al mercado, un dios pragmático y bienhechor. A ellos la verdad de un nokia-movistar les resulta irrefutable.

Son la aristocracia clase B, la segunda selección resentida por no ser (tener) más. Gente bien que baila por un sueño, sueñan con una posible abstracción, y en cierta medida lo logran, sólo que en lugar de ascender a una instancia superior les toca descender al mundo de la náusea....¡El universo perruno presenta más profundidad que sus conceptos!

Góndolas llenas por dignidad es una ecuación que en general les cierra OK. Sobre lo que queda por afuera prefieren pensarlo como un "orden natural", aunque la naturaleza los lastime hasta llevarlos al escenario hemorroidal.

Un estallido de signos de interrogación en su frente les puede provocar un giro de 180 grados, pero no se asusten, al rato volveran a su idiotez. Su presunta fortaleza individual es plena mansedumbre, se comportan como ovejas guiadas por un pastor ciego y perros mudos.

Algunos se autoproclaman gente común, levantan la bandera de una moral ya derrotada, por ellos mismos pisoteada y orinada, su hipocresía les permite que esa bandera huela a flores y que su alimento, similar al de las moscas, se asimile a un manjar dionisíaco.
Si hay alguno dando vueltas por este espacio les dejo un mensaje: Traten de no frecuentarnos, este es un lugar peligroso, no nos hacemos cargo de los daños colaterales en sus anteojeras.
Muchas gracias.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente cita la de Evita. Idea para estos tiempos de bucólica pasividad.